“Quando na Polis as palavras estão cheias de selvageria
e mentiras nada mais ressonante que o poema não escrito”
George Steiner
de Oscar Portela
Para Graciela Maturo
“Méis envenenados”, mandrágoras, ópio para ofuscar a
luz das ausências, retornos a paraísos que hão sido confinados
Em vazias memórias sem consagração nenhuma.
Fontes que emanam. Dor e gozos. Luzes e sombras,
desterros e jardins de onde a alquimia do poema diz
“levanta-te e serás perdoado”.
Nem estigmas nem pecados sobre o corpo desnudo.
Sobre o desnudo gozo e a inocência implícita que todo o ser
caído leva como um opróbrio sobre seus belos ombros.
Méis envenenados emanam de mim apólogos amiga.
Sou a heresia que tornou ao tempo infame
aonde todo o nobre é castigado duplamente com o olvido
do olvido. Mas do desterro faremos um novo Paraíso.
Novos corpos, frutos novos do conhecimento que o ódio
de Deus ou dos Deuses não extinguirão com ira. A liberdade será
olvidada pela Graça e o Dom de ser, de ver emanar o tempo,
advirá com a águia trazendo entre suas garras cordeiros
e serpentes – filhos de Deuses desterrados – e eremitas contritos.
Não há frios já Graciela, nem há olvidos.
Aceito duplamente o estar por minutos para sofrer o gozo da dor.
Aceito-o sem cruz nenhuma, sem sudário nenhum, sem devoção nenhuma.
Aceito-o como se aceita a rosa iluminar em cântaros o tempo
por instantes. Já hei subido até o Gólgota e baixado desnudo
para subir novamente ao Paraíso e baixar à terra com a pele daquele
dia. E se o sangue envenenado corre não é mortal o veneno: sua fonte
é a “pietá” do cristo liberado de cruzes. Não há lágrimas aqui; são
rios de montanhas, as cantantes águas que evocam os cantos de
sereias.
E as sereias somos nós mesmos desdobrados e o canto, o canto
mesmo desdobrado é a prega por onde fugiremos do nada
Que inflama e que consome a pousada da alma viajante.
Tinhas que me dizer algo para que da alma brote o canto do caminho e
é o “tritão” que achou novamente seu elemento. Pobre tritão. Pobre.
Já não há ousadias nos méis. O céu está na terra e subimos
a terra até o áureo. Um sabugueiro para Graciela o desgarrado de ontem
que hoje floresce, antes de se despedir de vós como a rosa
No cântaro terreno.
Um comentário:
“Cuando en la Polis las palabras están llenas de salvajismo
y de mentiras nada mas resonante que el poema no escrito”.
George Steiner
MIELES ENVENENEDAS
PARA GRACIELA MATURO
Original en castellano de
Oscar Portela
“Mieles envenenadas”, mandrágoras, opio para opacar la
luz de las ausencias, retornos a paraísos que han sido conterrados
en vacías memorias sin consagración ninguna.
Fuentes que manan. Dolor y goces. Lluces y sombras,
destierros y jardines donde la alquimia del poema dice
“levántate y serás perdonado”.
Ni estigmas ni pecados sobre el cuerpo desnudo.
Sobre el desnudo gozo y la inocencia implícita que todo ser
caído lleva como un oprobio sobre sus bellos hombros.
Mieles envenenadas manan de mi apólogos amiga.
Soy el heresiarca que ha vuelto al tiempo infame
donde todo lo noble es castigado doblemente con el olvido
del olvido. Mas del destierro haremos un nuevo Paraíso.
Nuevos cuerpos, frutos nuevos del conocimiento que el odio
de Dios o de los Dioses no extinguirán con ira. La libertad será
olvidada por la Gracia y el Don de ser, de ver manar el tiempo,
advendrá con el águila trayendo entre sus garras corderos
y serpientes - hijos de Dioses desterrados - y eremitas contritos .
No hay fríos ya Graciela, ni hay olvidos.
Acepto doblemente el estar por minutos para sufrir el goce del dolor.
Lo acepto sin cruz ninguna, sin sudario ninguno, sin devoción ninguna.
Lo acepto como acepta la roza iluminar en búcaros el tiempo
por instantes. Ya he subido hasta el Gólgota y bajado desnudo
para subir de nuevo al Paraíso y bajar a la tierra con la piel de aquel
Día. Y si la sangre envenenada corre no es mortal el veneno: su fuente
es la “pietá” del cristo liberado de cruces. No hay lágrimas aquí. Son
ríos de montañas, las cantarinas aguas que evocan los cantos de
sirenas.
Y la sirenas somos nosotros mismos desdoblados y el canto, el canto
mismo desdoblado es el pliegue por donde nos fugaremos de la nada
que inflama y que consume la posada del alma viajera.
Tenías que decirme algo para que del alma brote el canto del camino y
es
el “tritón” que halló de nuevo su elemento. Pobre tritao. Pobre.
Ya no hay osadías en las mieles. El cielo está en la tierra y subimos
la tierra hasta lo áureo. Un saúco para Gracielay el desgarrón de ayer
que hoy florece, antes de despedirse de vosotros como la roza
en búcaro terreno.
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