sábado, agosto 18, 2007

O CORPO

de Oscar Portela

a Miro Moreira.

Quando a luz do dia corre até a noite e a casa jaz
Desabitada entre as ruínas. Quando o deserto cresce
e sangra o coração sobre as dunas

Quando o cactus floresce. Quando a erma inabitude
Se expande como tumor na axila

E quando a intempérie faz gemer pinheiros estes olhos vazios e
Extraviados se encarnam no olhar que dá vida.

São os Deuses que voltam à terra
Ou que nunca se hão ido.
Ignorantes de si e obscurecidos ao olhar mortal.

Hão se extraviado

Mais despidos que a alvorada amanheceram
Entre espelhos e luzes prometidas.

Heis aqui o Asilo que buscava. A fé em um mundo
Que encarnado vibra com a paixão do meio-dia.
Somente creio nos Deuses da dança.

Essa é a casa que hei buscado sempre. A perfeição.
A perfeição que ignora a fala do mortal e de seus signos.
Entre teus músculos nasço novamente.

E na entrega. A mútua entrega consentida sempre.
O olhar se enche de ousadias que não compreenderia
O coração do homem.

A dor disse passa mas a eternidade requer
O gozo que se rende ante o tempo
E volta eternamente ao ser.

Indefinidamente.

Miro-te e sei que estou aqui. Esta é minha casa.
Não existe gênio algum da raça que na arte converterá

Tua beleza. A torção dos músculos.
A exata quadratura dos ângulos
Que baixam desde a frente até a cintura

E daqui até o ventre torneado
Sempre abaixo um tórax de medidas augustas
E linhas algorítmicas.

Mais abaixo o poente que é aurora.

As pernas torneadas que Praxísteles intentou
Inutilmente e entre sonhos tornear
Em seus bronzes vespertinos.

Ninguém pode alcançar um Deus
Ele nos alcança

Com sua beleza e muda com as áureas
Medidas da esfinge carnal com que se investe
O ser para dizer e o dizer para “ser” outros.

Dignos de Eros que nos protege sempre.

Já não há invernos para mim. Já não há derivas.

Mas tenho a certeza de que apenas
Uma carícia tua poderia destruir-me.

Corrientes - Argentina
27 de junho de 2007

Um comentário:

Vera Laporta disse...

EL CUERPO

Original de Oscar Portela

a Miro Moreira.

Cuando la luz del día corre hacia la noche y la casa yace
Deshabitada entre las ruinas. Cuando el desierto crece
Y sangra el corazón sobre las dunas.

Cuando el cactus florece. Cuando la yerma inhabitud
Se expande como buba en la axila.

Y cuando la intemperie hace gemir abetos estos ojos vacíos y
Extraviados se encarnan en la mirada que da vida.

Son los Dioses que vuelven a la tierra
O que nunca se han ido.
Ignorantes de sí y oscurecidos a mirada mortal.

Se han extraviado.

Más desnudos que el alba amanecieron
Entre espejos y luces prometidas.

He aquí el Asilo que buscaba. La fe en un mundo
Que encarnado vibra con la pasión del mediodía.
Solo creo en los Dioses de la danza.

Esa es la casa que he buscado siempre. La perfección.
La perfección que ignora el habla del mortal y de sus signos.
Entre tus muslos nazco nuevamente.

Y en la entrega . La mutua entrega consentida siempre.
La mirada se llena de osadías que no comprendería
El corazón del hombre.

El dolor dice pasa pero la eternidad requiere
El goce que se rinde ante el tiempo
Y vuelve eternamente al ser.

Indefinidamente.

Te miro y se que estoy aquí. Esta es mi casa.
No existe genio alguno de la raza que en arte convirtiera

Tu belleza. La torción de los músculos.
La exacta cuadratura de los ângulos
Que bajan desde la frente hasta a la cintura

Y de aquí hasta el vientre torneado
Siempre bajo un tórax de medidas augustas
Y líneas algorítmicas.

Más abajo el poniente que es aurora.

Las piernas torneadas que Praxisteles intento
Vanamente y entre sueños tornear
En sus bronces vespertinos.

Nadie puede alcanzar a un Dios.
El nos alcanza

Con su belleza y muda con las áureas
Medidas de la esfinge carnal con que se inviste
El ser para decir y el decir para “ser” otros.

Dignos de Eros que nos protege siempre.

Ya no hay inviernos para mí. Ya no hay derivas.

Mas tengo la certidumbre de que solo
Una caricia tuya podría destruirme.


Corrientes 2007.
Junio 27.